Resulta que los niños autistas tienen problemas para distinguir emociones y además es muy difícil enseñarles a aprender e interpretar estos sentimientos, aquí es donde el papel de un robot humanoide puede ser de ayuda porque puede enseñar esas emociones de forma neutra.
Este curioso proyecto se está llevando a cabo gracias al proyecto europeo EASEL de robótica humanoide en el Centro de Investigación Enrico Piaggo de la Universidad de Pisa junto con psicólogos de la Escuela Normal Superior de París.
Se hace a través de un software que recrea la cara del robot mostrándole al niño los distintos gestos que van acompañados de distintas emociones. Se le enseñan varios gestos para la misma emoción y el niño aprende por repetición.
Estos robots, al contrario que las personas, presentan patrones de comportamiento sencillos y fácilmente segregables. Son capaces de hablar pero siguiendo discursos sencillos, realizan movimientos de cabeza e incluso presentan expresiones faciales pero fácilmente identificables individualmente, y los niños con TEA no tienen, aparentemente, ninguna dificultad para interaccionar con ellos.
Es posible que muy pronto la robótica sea una herramienta esencial para el aprendizaje y el desarrollo de los más pequeños.
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